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LA CAPILLA DEL PALACETE DE CLUNY

La capilla, la mayor joya de este palacete medieval, es uno de sus elementoss.
Su posición, la proeza arquitectónica de su ábside, que descansa sobre un pilar central, su rica decoración escultórica y pictórica, confieren toda su singularidad a este espacio del museo de Cluny.

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Historia

La capilla, contemporánea del palacete medieval, fue edificada a finales del siglo 15. Su pared oeste y su frontón norte se apoyan en una mampostería romana perteneciente a las antiguas termas de Lutecia. Ocasionalmente utilizada como lugar de culto hasta la Revolución, la capilla se transformó entonces en un anfiteatro de medicina y un taller de imprenta y, luego, se integró en el museo desde su creación, en 1843.

Ubicación y acceso

La capilla ocupa un lugar especial que enfatiza su carácter privado, en el extremo norte del ala trasera que da al jardín. Se compone de dos plantas:

  • la capilla en sí, en el primer piso del hotel
  • la cámara bajo la capilla en la planta baja, conectada directamente al jardín mediante dos arcadas.

En el primer piso, se accedía a la capilla siguiendo un recorrido lineal desde las distintas salas de ceremonia y la escalera de honor del edificio principal. En la planta baja, y desde el jardín, se llegaba por una escalera de caracol. Esta relación entre la capilla y el jardín es significativa: la capilla conserva su autonomía respecto al palacete gracias a este acceso, y el jardín adquiere una función simbólica y de culto, actuando como un claustro.

Una joya del are medieval

 De planta casi cuadrada, la capilla despliega, a partir de su único pilar central, una densa red de nervaduras, distribuida en cuatro bóvedas de crucería. Es de estilo gótico flamígero, está ornada con nervaduras y terceletes moldeados, y con plementerías con ornamentos de corazones y llamas. El ábside semicircular está alojado en una torre secundaria saliente y abovedada, y tiene una bóveda de horno.

El espacio de la capilla presenta una rica decoración escultórica: bases decoradas con hojas de col, consolas con voladizo pronunciado con ornamentos vegetales, esculturas en la bóveda de horno del ábside (Dios Padre en la parte superior de la bóveda, Cristo en la cruz y trece ángeles portadores de filacterias o instrumentos de la Pasión), doce nichos coronados por doseles arquitectónicos. Estos últimos, no alojaban estatuas de los apóstoles, como cabría esperar, sino las de los miembros de la familia de Jacques d’Amboise, lo que convierte a este lugar de culto privado en un manifiesto de su posición personal mediante la exaltación de su linaje.

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También se ha conservado parte de la decoración pictórica de esta capilla medieval, incluidas dos monumentales pinturas murales a ambos lados del ábside que datan de principios del siglo 16 y que provienen de un taller probablemente italiano. Se trata de dos santas, hermanastras de la Virgen, María de Cleofás (o María de Jacobi) y María Salomé, que lloran a Cristo muerto.

Finalmente, las vidrieras, que ilustraban la Pasión, adornaban los ventanales altos y fueron desmanteladas antes de 1804. Sólo se conserva, en las salas del museo, el elemento que representa la carga de la cruz de Jesús.

Restauraciones

Entre 1843 y 1861, el arquitecto Albert Lenoir realiza la restauración de la capilla. También reconstruyó el frontón norte, con mucho material reutilizado procedente de la demolición de los edificios del vecindario, destruidos para abrir los bulevares. Posteriormente, Jean Trouvelot se encargaría de la restauración de las fachadas (1949-1956). Estas operaciones de restauración llevadas a cabo en los siglos 19 y 20 no han alterado de manera significativa el carácter de esta capilla, que todavía aparece en su estado medieval.

Sin embargo, aunque no muestra ningún desorden estructural, el estado de sus paramentos de piedra está muy deteriorado. Los elementos reutilizados dispuestos en el frontón norte también requieren una restauración. En el interior, el nivel de suciedad de las decoraciones escultóricas y pictóricas es indigno de una obra de esta importancia, la más notable de la parte medieval. Lo mismo se aplica al estado de conservación de las cristaleras.

Por lo tanto, en el otoño de 2015, el museo llevó a cabo una nueva restauración de la capilla para devolverle el estado general acorde a esta obra maestra de la arquitectura gótica flamígera y para que se pudiese apreciar mejor su decoración pictórica y escultórica.

Before / After pictures 


Estas obras permitieron restaurar las fachadas este y norte (incluida la escalera de caracol que conduce al jardín, todavía cerrada al público por el momento), consolidar los tímpanos exteriores mediante inyección, reparar las juntas de estanqueidad y reintegrar algunos elementos esculpidos que faltaban.
También se volvió a fijar el tejado de pizarra y se instalaron canalones para proteger las fachadas del chorreo del agua.
Se limpiaron los últimos fragmentos de las vidrieras de colores originales conservadas en las partes superiores, mientras que en las cristaleras se instaló una vidriera de rombos de aspecto tradicional pero con tecnologías modernas (anti-UV).
En el interior, las esculturas y los adornos murales se limpiaron cuidadosamente, revelando su policromía original. Anteriormente, en las primeras, se podían ver colores muy oscuros, casi negros, debido a que el barniz se había oxidado y oscurecido con el tiempo. Las decoraciones pictóricas de alta calidad, de inspiración italiana, datan, como las esculturas, de aproximadamente el año 1500.
Figuran entre los raros ejemplos de pintura mural parisina de alrededor de 1500 y esta restauración revela todo su valor.
También se limpió la puerta de madera tallada situada bajo la capilla, lo que reveló una policromía del siglo 19, de acuerdo con el aspecto que se conocía por los coloridos grabados del siglo 19, muy diferente de las policromías del siglo 15.
Esta restauración provocó una agradable sorpresa durante la limpieza de las bóvedas sucias y encaladas. Se descubrió una policromía azul verdoso en las plementerías y en las decoraciones del tambor, que se pensaba que eran de un color pardo negruzco debido a la suciedad que las cubría. 
Este trabajo en profundidad, que movilizó a unos diez restauradores bajo la dirección del arquitecto jefe de los monumentos históricos, Paul Barnoud, para devolver a la capilla su antigua gloria, se magnificó, también, con la instalación de un nuevo sistema de iluminación interior. La capilla se reincorporó al circuito de visitas en el otoño de 2016.