En el marco del proyecto de modernización Cluny 4, se ha confiado la creación de un nuevo edificio de recepción al arquitecto Bernard Desmoulin, con el Oppic (Operador de Patrimonio y proyectos inmobiliarios para la Cultura) como promotor. Siga las obras en imágenes.
El objetivo principal del proyecto Cluny 4 es permitir el acceso al museo a todos los públicos. Mediante la instalación de dos ascensores, elevadores de personas y rampas de acceso, el museo garantiza la accesibilidad total a sus espacios y colecciones.
Esta adecuación a la norma cumple los objetivos de la ley «sobre la igualdad de derechos y oportunidades, la participación y la ciudadanía de las personas discapacitadas» del 11 de febrero de 2005.
Visible desde el Boulevard Saint-Michel y accesible desde la rue du Sommerard, la ampliación diseñada por el arquitecto Bernard Desmoulin cumple todas las funciones que se esperan de un museo moderno. En una superficie construida de tan solo 250 m², el nuevo edificio alberga la zona de recepción y taquilla, una tienda librería, un guardarropa y los aseos para grupos y visitantes individuales. También habrá un espacio pedagógico, diversos equipos para la gestión y la administración de las obras y una sala para presentaciones temporales.
Una verdadera hazaña arquitectónica, dentro de un perímetro físico y financiero razonable.
Situado en el centro de París y del Barrio Latino, el museo goza de una ubicación excepcional, en la encrucijada de los bulevares Saint-Michel y Saint-Germain. Al girar la orientación del edificio de recepción hacia el bulevar Saint-Michel, el arquitecto Bernard Desmoulin invita a todos los transeúntes a atravesar las puertas del museo.
Sin embargo, respeta el entorno inmediato, la escala urbana y el terreno arqueológico. Siguiendo la lógica del menor impacto, este nuevo edificio adopta un volumen bajo y sobrio. De esta forma, deja entrever los distintos estratos arquitectónicos del museo, desde las termas de Lutecia hasta la ampliación del siglo 19.
La fachada retoma un motivo presente en el encaje de piedra de la capilla gótica flamígera del museo, estableciendo un vínculo directo con la historia del lugar. Construida con placas como si ya llevaran la pátina del tiempo, juega con los reflejos de la luz, que van cambiando a lo largo del día.